La dieta flexible es una forma de llevar registro de la cantidad de macronutrientes que ingerimos durante el día, con la intención de optimizar su consumo para perder peso o mantenerlo.

¿Qué son los macronutrientes? Son los tres grandes grupos alimenticios: los carbohidratos, las proteínas y las grasas. Cada uno, contiene dos grupos de micronutrientes: las vitaminas y los minerales.

A este régimen se le llama “flexible” porque, si bien le da prioridad a los alimentos más saludables, las especificaciones varían según, el peso la edad y género de las personas que la practican, en función de sus necesidades.

A continuación, te damos siete consejos para que la practiques de forma segura e informada, y logres alcanzar tus objetivos.

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Evita comer con mucha hambre

Si pasamos mucho tiempo sin comer, nuestro cuerpo eleva el nivel de hormonas como la grelina, que nos llama a escoger los alimentos más placenteros, que eliminen el estrés y aporten muchas calorías fáciles de asimilar.

Así es como terminamos arrasando con dulces, snacks poco saludables, fiambres y otros. Para optimizar una dieta flexible, lo recomendable es planificar las horas de cada comida, y fraccionar nuestra dieta, para evitar largas horas de ayuno.

Planifica tus comidas

Planificar las comidas del día, o incluso de la semana, es una de las mejores maneras de evitar la tentación de comer fuera de casa o de comprar snacks poco saludables. Al planear con horas y días de antelación nuestras comidas, eliminamos la incertidumbre y canalizamos nuestras energías hacia comidas sanas y programadas.

Apetito vs hambre

Es importante reconocer la diferencia entre el apetito y el hambre para poder entender mejor las razones por las que caemos en patrones alimenticios nocivos.

El hambre es la respuesta natural del cuerpo ante la falta de combustible, mientras que el apetito aparece como por capricho, y te puede atacar en cualquier momento, sin importar cuán satisfecho estés. Lo mejor es comprender en cuándo tenemos hambre y cuándo apetito para diferenciar lo que comemos por necesidad y lo que comemos por puro gusto.

Hay que minimizar las comidas por apetito (sin eliminarlas por completo) y priorizar la satisfacción de las necesidades fisiológicas.

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Date un gusto ocasionalmente

Si deseas comer algo que no es muy sano, como un helado o un snack azucarado, te lo puedes permitir de vez en cuando. Compra solo una unidad de eso que quieres comer, y elígelo de tal forma que sea exactamente lo que deseas.

Luego, siéntate y degústalo con calma, saboréalo bien. Al comer despacio, lograremos cubrir esa necesidad de ingerir ese “algo” que nos falta y nos hace sentir ansiosos.

Crea tu ambiente seguro

Un ambiente seguro es un conjunto de condiciones de vida que favorecen la práctica de la alimentación sana, y que está en su mayoría libre de las tentaciones que sabes que te arruinarán el ritmo saludable.

Por ejemplo, si sabes que las patatas fritas son la mayor de tus debilidades, destiérralas de tu casa en toda ocasión que sea posible. No ganas nada teniendo una bolsa de patatas fritas que sabes que no debes comer con regularidad.

Tu hogar debe estar colmado de los alimentos saludables y nutritivos que sabes que te hacen bien.

Haz ejercicio regularmente

Este punto no podía faltar. El ejercicio es clave para mantener un cuerpo y una mente sana. Reduce los niveles de estrés y te ayuda a perder calorías.

El ejercicio puede equilibrar nuestro apetito y evitar esos episodios en los que queremos darnos atracones de comida, pero también protege nuestra salud cardiovascular y nos hace sentir más confiados con nuestro cuerpo.

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Controla tus porciones

Así como debemos controlar la ingesta de alimentos poco saludables, también debemos controlar la de alimentos saludables. No importa lo que comas, si te excedes, tu cuerpo pagará las consecuencias.

Debemos estar conscientes de cuántas porciones ingerimos en cada comida. Los humanos tendemos a querer comer lo que tengamos en frente, así que una forma de regular la ingesta es usar platos pequeños y servirnos la cantidad justa.

Finalmente, recordemos que es importante masticar muchas veces cada bocado, comer lentamente y alejarnos de las distracciones mientras comemos. Al estar completamente presentes en el momento, estaremos más conscientes de cuánto ingerimos, lo que favorecerá la saciedad.

El punto más importante de esta forma de alimentarte es comprender la necesidad de formar hábitos alimenticios que se pueden sostener a largo plazo.

¿Qué te parece la dieta flexible? Cuéntanos en los comentarios.

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