No hay dudas: cuando compartimos la vida con alguien comenzamos un juego constante entre la defensa de nuestro mundo individual y el compartido. Si bien, durante años, la sumisión en determinados aspectos fue parte de la historia vincular de muchas parejas, los jóvenes de hoy están cambiando estas reglas.

Las cuestiones son claras. Los millennials desean un socio que pueda satisfacer sus necesidades y empujar sus objetivos. También encuentran satisfacción en ayudar a cumplir las metas de la otra persona. Un compañero con quien contar como amigo en angustias y alegrías, una compañía erótica para la conexión sexual y tal vez, si ambos tienen ganas, también un fuerte padre o madre de familia.

Todas estas características se basan en un amor verdadero. No interesan más las promesas del amor eterno si esto realmente no es genuino, y lo es también si cada uno sigue siendo independiente. Apoyar y empujar los objetivos de su pareja es tan importante como construir un mundo propio en pareja.

Como cualquier persona que ama a otra, los millennials quieren estar juntos y funcionar fuertes como parejas, pero al mismo tiempo no dejarán de lado sus metas profesionales individuales ni sus pasatiempos. Mucho menos sus viejas y nuevas amistades. La razón es muy sencilla: esto también es parte del amor genuino.

"En ellos el deseo no está influido por la presión social, por el contrario, valoran y defienden el deseo sexual personal. Los modos de amar dan prioridad a la comunicación virtual, así como a compartir gustos o afinidades por ciertos temas", aseguró al medio argentino Infobae, Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.

Para Ghedin, los millennials afrontan sus responsabilidades con un saber congruente a lo que realmente desean. "Muchos de ellos saben que, pasado el tiempo, tendrán que asumir responsabilidades adultas para mantenerse a tono con un sistema de relaciones y de valoración social. Sin embargo, la idea de responsabilidad ha cambiado para dar lugar al deseo personal: '¿Realmente quiero hacer esto?'", aseguró.

En la actualidad, muchas parejas ya han naturalizado como “normal” la defensa de los tiempos de cada uno. Entre ellos no existe un reclamo si la pareja estudia, trabaja, hace deportes o se reúne con amigos. Esos no serán motivos de conflicto ya que la unión de la pareja no absorbe la vida personal e individual de cada parte.

Los millennials y el sexo

Según el sexólogo, los jóvenes del mundo se encuentran más dispuestos a los contactos diversos, se dejan llevar por el deseo, las ganas y la inquietud por saber qué pasa con sus capacidades para seducir y visibilizar sus cuerpos.

La vivencia de la sexualidad entre estos jóvenes es muy diferente a la de otras generaciones: no se sienten condicionados por tener el deseo sexual alto, ni sienten que “tienen que rendir”. Están más abiertos al juego, disfrutan del momento de conexión sin la presión de un fracaso sexual.

¿Es cierto que así se sufre menos por amor?

Lejos de sufrir menos por amor, los jóvenes de generaciones actuales tienen la posibilidad de elegir a la persona que desean amar y por ende pueden tener falsas expectativas sobre esta persona.

"Hace no mucho tiempo las relaciones eran más económicas que amorosas. Las nuevas maneras de amar hacen viables nuevas formas de decepcionarse", indicó Gabriela Rougier, psicóloga y experta en parejas.

"No considero que los jóvenes sufran menos por amor. Creo que cada uno pasa por una experiencia singular a la hora de amar, ser amado o no serlo. Quizás los jóvenes expresen en otros términos lo que el amor los hace sufrir, pero no considero que haya una diferencia sustancial con el lugar que el amor ha tenido y tiene para el sujeto humano", concluyó Luparello.

Los millennials plantean una libertad absoluta a la hora de vincularse de manera afectiva, una sexualidad intensa, abierta y muy exploradora: el sexo será una experiencia de a dos que, en cada ocasión, merece la alegría compartir.

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