Comenzaremos sin dar demasiadas vueltas: las niñas se creen menos capaces que los niños a la hora de lograr habilidades científicas, según los datos del informe PISA, hecho por la Unidad de Igualdad del Ministerio de Educación y Formación Profesional (MEFP) de España. Esta falta de confianza, se comienza a plantar en sus personalidades desde muy pequeños.

En una investigación publicada en 2017 en la revista Science, se preguntó a niños y niñas si, cuando se les hablaba de una persona especialmente inteligente, creían que este era de su sexo o del contrario. Cuando los pequeños tenían cinco años, no se observaban diferencias en este punto. Sin embargo, a los seis, las niñas comienzan a considerar al género masculino como el “realmente inteligente”.

Desde niños o niñas, se deja en claro que los juegos de aventura y movimiento, son “más de varoncitos”, como así los regalos vinculados con hallazgos científicos, simulador de laboratorio y demás. A las niñas siempre se les obsequia un bebote, una cocinita, limitando desde edades tempranas su capacidad de desarrollar nuevos deseos y curiosidades.

Según determinados investigadores, esto se debe a que “las chicas se encuentran menos estimuladas a realizar estas actividades científicas en su tiempo libre. Esto genera que no se proyecten trabajando en ámbitos tecnológicos más que los chicos”, explica Montserrat Grañeras, responsable de la Unidad de Igualdad del MEFP.

El informe de PISA deja en claro que en todos los países los niños varones participan con más frecuencia en actividades científicas: ven programas, leen libros o visitan webs. Asimismo, los investigadores aseguran que la diferencia en el interés deriva de las diferencias en las oportunidades de acceso a la actividad. También influye el apoyo recibido para que esa atracción inicial se convierta en una motivación más estable.

Cambiemos los estereotipos

La falta de vocación del género femenino en carreras científicas se debe también, a la falta de modelos a seguir o referentes de su mismo género, comenta Grañeras.

Para modificar esta realidad, ella sostiene que “es primordial desmontar desde las escuelas estos estereotipos, para acercar a las chicas a lo tecnológico. Despertar su interés, mostrarles que sí puede gustarles.”

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