Cuando el deseo es bajar algunos kilos para lograr un peso saludable, la primera idea que nace de nuestras cabezas es comenzar una dieta. Comidas pautadas, un cálculo fijo de peso que debemos perder y fechas de inicio y fin inamovibles.

¿Es en serio? ¿A quién puede motivar estas reglas?

Por momentos, ya nos cuesta entender que no es muy saludable tomarnos algunas cervezas por día, lo mismo con las papas fritas o los helados y chocolates. Si además de esta idea, debemos imponernos fechas y pesos de antemano, esto se vuelve una pesadilla incluso antes de dormirnos. De hecho, los especialistas en nutrición afirman que hace varios años que este tipo de métodos no estarían dando los resultados esperados, y que además, generan consecuencias negativas para la salud.

La importancia de una dieta es re-aprender a comer, volver a conocer en qué momento mi estómago ya está full y comenzar a ser conscientes de cuando es que empezamos a “sobre comer”. Sobre esto escribe y educa la médica especialista en nutrición, Mónica Katz. ¡Verás que bajar de peso y sostenerlo en el tiempo es más fácil que restringirte y desear comida que no “debes” ingerir!

Tips de descenso de peso sostenido en el tiempo

1. Dile adiós sólo a la grasa

Cuando hablamos de obesidad, hablamos de exceso de grasa. Por lo tanto, el objetivo de quien posea sobrepeso es perder kilos a expensas de estas grasas. Según Katz, cada kilo de peso perdido tiene una composición promedio de 75% de grasa y 25% de músculo, agua y hueso. Esta proporción se mantiene siempre y cuando tu descenso de peso no sea súper veloz ya que de esta manera, estarás perdiendo músculo y agua (algo que tu organismo y tu bienestar no necesitan reducir). Asimismo, al perder “lo que no debes” en tu dieta, generarás una re-ganancia de kilos. Esto suele darse en las dietas demasiado restrictivas y difíciles de sostener. Una vez que te “liberas” de este calvario de prohibiciones, lo primero que recuperarás será grasa, subiendo más del peso perdido hasta entonces.

2. El cerebro no sabe de dietas

Si se ingresan calorías, se gastan. Ahora, si tu organismo no recibe la suficiente energía, pondrá en marcha un mecanismo que limita la pérdida de peso. Con esto nos referimos a las dietas en las que “casi no se come”. Lo único que generan es la famosa “meseta” o el rebote.

3. Debes comer lo que te gusta

Según la médica nutricionista, los humanos provocamos, mediante experiencias repetitivas, una especie código de barras (como el de los productos que compramos). Si en las dietas que llevaremos adelante, eliminamos todo lo que nos gusta y sólo comemos alimentos “light”, el cuerpo nos enviará una señal de error. Tu mente no está acostumbrada a esto, es que este tipo de productos no se parecen a los que hasta hoy, tu cerebro almacenó. De esta forma, el cerebro percibe un menú llamado “ración de guerra” y lo compara con lo que recuerda. Al hacer esta cuenta, se dispara una señal de error y, por supuesto, la persona deja la dieta porque ¡no la tolera más!

4. Lo lamentamos pero: no existen dietas mágicas

Lo único mágico que tiene una dieta que te asegura “perder 8kg en una semana” es hacer descender en el organismo los niveles de leptina. Esta hormona es la encargada de quitarte el hambre y elevar el gasto de calorías. Al desajustar de tal manera tu comportamiento alimenticio mediante estas dietas inservibles, el hambre te aumentará para reponer la energía.

5. Vivir a dieta aumenta el estrés

La tendencia a vivir a dieta incrementa el cortisol, que es conocida como la hormona del estrés. El hecho de anotar día a día qué es lo que comes, eleva el estrés percibido. ¿Qué provoca esto? Que necesites un chocolate, un dulce o snacks salados para bajar de este estado.

Es fundamental que entendamos que cada humano necesita, cada día, una dosis de calorías, nutrientes y placer. Por lo general, las dietas clásicas ignoran este último componente y esta es la razón por la que solemos dejar los tratamientos.

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