La sexualidad forma parte de la vida de todos y cada uno de nosotros. En ella se combinan —según la OMS— factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos, religiosos y espirituales. Por eso, sexualidad y sexo, no son lo mismo aunque suelan confundirse con facilidad. En la sexualidad tienen lugar las fantasías, el deseo, el erotismo, el placer, así como también los valores, creencias, prácticas y concepciones que suelen asociarse a ellos.

Sin embargo, vivimos inmersos dentro de una concepción que coloca al sexo como uno de los valores más importantes, restringiéndolo únicamente a la penetración, y asociándolo con una visión del hombre y la mujer que poco espacio dejan para el romanticismo, el afecto y el placer compartido.

En ese contexto, la industria farmacéutica cuadra a la perfección. Y la tan famosa “pastilla azul” se ha convertido en la clave para que muchos hombres no sientan que toda su vitalidad se ve jaqueada frente a un problema de erección.

Sin embargo, la disfunción eréctil es un trastorno muy frecuente entre hombres de 40 años en adelante que puede ser generada por factores como la vejez, el tabaquismo, la obesidad, o el estrés. Para tratar una disfunción eréctil leve o moderada, existen alternativas naturales como este jugo que puedes aprender a hacer aquí.

Cómo preparar un jugo vigorizante

Ingredientes


Preparación

Licuar la sandía y la granada junto al jugo de limón y agua. Incluye la parte blanca de la cáscara de sandía, ya que tiene una cantidad concentrada de citrulina.

¿Cómo tomarlo?

Este preparado natural funciona mejor con un estómago vacío, más aun si lo tomas temprano en la mañana y antes de la cena.

Dependiendo de tu peso deberías consumir entre 2 cucharadas y 1/3 de una taza.

¿Por qué funciona?

Según un estudio publicado en la revista Urology, la citrulina, un aminoácido que se encuentra en altas concentraciones en alimentos como la sandía, aumenta el flujo de sangre mediante la relajación de los vasos sanguíneos, que es similar a lo que hace el Viagra.

Además, la sandía no causa daños al estómago ni efectos secundarios como lo hace el tan conocido fármaco, como dolor de cabeza, indigestión, mareos o desmayos. La granada, por su parte, contiene ácido elágico que mejora la circulación de la sangre en todo el cuerpo y, en particular, en la zona pelviana.