A lo largo de la historia, los alucinógenos resultaron atractivos para diferentes culturas, sociedades y rituales. Desde plantas sagradas hasta pastillas sintéticas, las experiencias se repiten.

De lo que sí estamos seguros es de la relación que existe entre las palabras que definen muchas de estas sustancias alucinógenas y su referencia a “la cercanía a la muerte”. Por ejemplo, la palabra “ayahuasca” significa "la vida de los muertos" en el idioma quechua. Asimismo, sociedades indígenas norteamericanas consumen peyote para vislumbrar una vida después de la muerte. También es el caso del pueblo bwiti de Gabón: emplean la corteza del arbusto iboga para inducir trances cercanos a la muerte.

En esta línea, de manera reciente, un proyecto de investigación titulado "Modelos neuroquímicos de experiencias cercanas a la muerte: un estudio a gran escala basado en la similitud semántica de los informes escritos", se propuso indagar en profundidad más de 15 mil experiencias alucinógenas con 165 sustancias psicoactivas de 10 clases farmacológicas diferentes.

La investigación encontró que la categoría de sustancia más común que guarda una mayor similitud con la experiencia cercana a la muerte es la de los psicodélicos serotoninérgicos. ¿De qué se trata esta categoría? De la ayahuasca, el peyote, la mescalina, entre otros.

Además, los resultados proporcionan evidencia vinculada a la ketamina y otras sustancias psicoactivas. Según explican, "estas dan como resultado un estado fenomenológicamente similar al de 'morir'" y podría tener "complicaciones para la inducción farmacológica para fines científicos, así como para usos terapéuticos en enfermos terminales como medios para aliviar la ansiedad ante la muerte".

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Fuente:

PijamaSurf